CRONICA DE UN VIAJE

26.08.2013 09:34

 

transito

La ciudad de Bogotá se caracteriza por el cambio constante de su clima, el tráfico y el desplazamiento de personas que genera un caos en sus calles.  En este transcurrir  cotidiano los buses y sus pasajeros recrean los modos de ver y asumir la vida. Se observa en las posturas y expresiones de las personas el cansancio del trabajo,  sus rostros representan la dureza del día  a día, sus afanes y preocupaciones. 

Las conversaciones de los pasajeros van de la risa al silencio, del murmullo a diálogos compartidos por todos, que atentos  no se pierden  los detalles de la conversación. Los vendedores toman como escenario el corredor del bus para persuadir del valor mínimo que sus productos tienen a cambio de  la necesidades satisfechas por esa módica moneda, recuren a un lenguaje simple pero cargado de esperanza, cada palabra se entrelaza construyendo historias personales y familiares que son escuchadas o esquivadas por miradas evasivas cansadas de la pobreza.

Al mirar por la ventana del bus  se ven apresurados  aquellos niños  que en la tortura  de llegar al colegio llevan un ojo abierto y otro cerrado arrastrados por sus padres en una competencia contra el reloj. Los  transeúntes se movilizan rápidamente por las calles recorriendo a pie las estructuras modernas generadas por las nuevas obras del transmilenio. Las bicicletas  y las motos  realizan en su recorrido un  laberinto  de cruces con carros, transeúntes cuya protección es la oración y bendición antes de salir de casa.

                      Como es normal en medio del camino, la marcha  de estudiantes,  transportadores, trabajadores, etc, aparece de la nada dando El último          pincelazo al cuadro titulado "el caos¨"generado por el descontento continuo, a una situación social donde la falta de oportunidades cierra las puertas al futuro.